Concebida como una residencia para el descanso y la convivencia familiar, esta casa de campo en Avándaro (2016) se despliega en armonía con el bosque y la topografía del lugar. En colaboración con Imanol Legorreta, el proyecto se organiza en pabellones interconectados por senderos y pasarelas, generando una experiencia de recorrido íntima y contemplativa. La arquitectura combina piedra, madera y cristal, logrando una fusión elegante entre modernidad y naturaleza.